Cadenas de luz

Los días son largos en verano, y creo que no hay mayor error que perder el tiempo, que inexorablemente se nos escapa, ya por sí mismo, como agua entre las manos. Así que aquí ando ocupando mi tiempo en hacer algo bastante especial para mi.

Nunca pensé que mis traducciones pudieran llegar más allá de mi círculo inmediato, mis alumnos, compañeros, colegas de profesión o amigos. Sin embargo estoy traduciendo a inglés unas hojas a modo de folletos para distribuir un poco de información, formación y esperanza a personas que viven muy lejos de mí, en paises de África. Ha sido una solicitud de una gran persona y amiga, misionera por muchos años de su vida en Togo, Gabón, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial y Congo-Brazzaville. Me pidió ayuda y no lo he dudado un momento.
Ella es de esas personas que te hacen ver que la vida merece la pena en cualquier circunstancia,  de las que rebosan humildad a pesar del valor de su trabajo y experiencia, como quien nada hace, haciendo tanto, en especial por la promoción y defensa de oportunidades de la mujer en África.

Ciertamente existen personas con luz propia, que con su llama, que nunca se  extingue, encienden otras que a su vez prestarán  su luz a muchas más hasta crear verdaderas cadenas de luz.

Carmen María

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